miércoles, 20 de noviembre de 2013

viernes, 15 de noviembre de 2013

HAY ESPERANZA

Por eso, aunque pasamos por muchas dificultades, no nos desanimamos. Tenemos preocupaciones, pero no perdemos la calma. La gente nos persigue, pero Dios no nos abandona. Nos hacen caer, pero no nos destruyen. A dondequiera que vamos, todos pueden ver que sufrimos lo mismo que Cristo, y que por obedecerlo estamos siempre en peligro de muerte. Pero también pueden ver, por medio de nosotros, que Jesús tiene poder para dar vida a los muertos. Y así, mientras que nosotros vamos muriendo, ustedes van cobrando nueva vida. (2 Corintios 4:8-12)

El apóstol Pablo nos recuerda que aunque podamos estar al final de nuestra soga, nunca estaremos al final de la esperanza. 

Nuestros cuerpos perecederos están sujetos al pecado y al sufrimiento pero Dios NUNCA nos abandona.

Como Cristo obtuvo la victoria sobre la muerte, tenemos vida eterna. Todos nuestros riesgos, humillaciones y pruebas son oportunidades para demostrar el poder y la presencia de Cristo en y a través de nosotros.

Que Dios te bendiga

martes, 12 de noviembre de 2013

ACEPTA TU SUFRIMIENTO COMO CRISTO LO HIZO NO SOMOS MAS QUE NUESTRO SEÑOR

El propósito del sufrimiento

Me hizo bien haber sido afligido, porque así llegué a conocer tus decretos. Salmo 119:71

Después de pasar treinta y cinco años en una silla de ruedas a causa de un accidente que la dejó paralítica a los diecisiete años, Joni Eareckson Tada dijo: «Creo que todos queremos conocer a Cristo, que queremos conocer el poder de su resurrección. Aun así, no muchos queremos conocer la comunión de su sufrimiento, y nadie quiere ser como él en su muerte».

El apóstol Pablo dijo en Filipenses 3:10 que «llegar a ser semejante a él en su muerte» es la forma de conocer «el poder que se manifestó en su resurrección» y de «participar en sus sufrimientos». Somos conformados a su muerte muriendo a nuestra vieja naturaleza de pecado. ¡Y eso duele!

Dios, motivado por su objetivo de que lleguemos a parecernos a Jesús (Romanos 8:29), nos pone cara a cara con aquello que menos se parece a Cristo. Quizá sea nuestra impaciencia, nuestro enojo, nuestro amor por la comodidad, nuestro temor al futuro, nuestro deseo de hacer las cosas a nuestra manera. Morir a todas estas cosas es la única forma en que podremos parecernos a Cristo, cumpliendo así el plan supremo de Dios para nosotros. Si Dios le está mostrando, quizá por medio del dolor, algo que debe dejar atrás... ¡déjelo entonces!

El poder de Jesús y la comunión con él se concretan cuando aprendemos a aceptar el sufrimiento igual que lo aceptó Cristo.


«Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación. De ellos hiciste un reino; los hiciste sacerdotes al servicio de nuestro Dios, y reinarán sobre la tierra.» Apocalipsis 5:9-10

LAS PALABRAS



La lengua, un miembro pequeño, pero capaz de hacer grandes daños

Entre los grandes problemas de los cristianos se encuentran los pecados de la lengua. Si alguien puede dominar su lengua entonces podrá dominarse a si mismo. Si alguien puede vencer la lengua entonces podrá estar seguro de que tendrá una real y duradera victoria.
El perder el dominio de la lengua se considera como un pecado de la lengua.
La Biblia tiene tanto que decir acerca de las muchas manifestaciones de los pecados de la lengua, como lo que dice acerca de cualquiera otra cosa.

Santiago dijo: “y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua esta puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno”. (Santiago 3:6 ).

Santiago dice: “Porque toda naturaleza de bestias, y de aves, y de serpientes, y de seres del mar, se doma y ha sido domada por la naturaleza humana; pero ningún hombre puede domar la lengua, que es un mal que no puede ser refrenado, llena de veneno mortal.” ( Santiago 3:7-8 ).
Hay. El enojo es una de ellas. Aunque la ira o el mal genio es un pecado del espíritu, en su sentido primario, acontece muchas veces, que el perder el dominio de la lengua se considera como un pecado de la lengua.

Hay muchas variedades de la ira, tales como la indignación, la irritación, la impaciencia, la vejación, el odio, la exasperación, el resentimiento, la pasión, el mal humor, la rabia, el furor, y estas se expresan con toda clase de coléricas palabras que se extienden desde las palabras fríamente picantes y llenas de sarcasmo hasta las que brotan candentes con la flama de la furia. Dios las condena a todas y dice que son pecados en su presencia. Cada expresión de ira esta llena de peligro, aun la forma más noble de la indignación. Alguien ha dicho que si se tiene la razón no hay motivo para perder el dominio de si mismo y si se esta equivocado nada se aventaja con dar rienda suelta a la lengua. Las palabras iracundas nunca han mejorado una situación. El hombre más sabio del mundo declaró que el que tarda en airarse es de grande entendimiento; mas el que es impaciente de espíritu enaltece la necedad.

Santiago 3:5 dice: Así también es un miembro pequeño, y sin embargo, se jacta de grandes cosas. Mirad, ¡qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego!
La Biblia dice: “La blanda respuesta quita la ira; mas la palabra áspera hace subir el furor.”
( Proverbios 15:1 )

Si usted es culpable de estos pecados, yo le ruego que venga a Cristo, confesando y dejando sus pecados, y pidiendo perdón.
La Biblia dice: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.” ( 1 Juan 1:9 ).

En este momento usted puede arreglar cuentas con Dios. Puede entregar su corazón y su lengua a Cristo Hoy, puede usted darle toda su personalidad a Cristo y así nacer de nuevo. Usted puede tener el poder sobrenatural del Espíritu Santo que le puede dar la victoria sobre la lengua.

Dios le bendiga

EL DON QUE RECIBIMOS



¿Cuál Es Su Perspectiva?

Cada uno ponga al servicio de los demás el don que haya recibido, administrando fielmente la gracia de Dios en sus diversas formas. 1 Pedro 4:10
Mientras la última pareja llega a la cena comunitaria, su bandeja cae al suelo y el contenido se derrama. El ruido y los lamentos atraen a los demás invitados que quieren saber qué sucedió. Instintivamente toman diferentes cursos de acción.

Una persona con el don de la misericordia se abre paso entre los vegetales y alimentos desparramados en el suelo y va a abrazar a la esposa que lloraba. Otro que tenía el don de liderazgo comienza a repartir tareas para la limpieza. El que tiene el don de la enseñanza se muerde la lengua antes de decir que todo esto se habría evitado si en lugar de una bandeja hubieran traído la comida en un contenedor plástico con tapa hermética. Uno que posee el don de dar se ofrece para ir a un negocio cercano y comprar más comida. Un hombre con el don de la profecía comienza a explicar la lección espiritual que hay en este incidente... ¡pero se calla al ver la mirada de su esposa!

Dios le ha dado a los miembros del cuerpo de Cristo dones diferentes, que les hacen tener una perspectiva singular y contribuir de diversas formas. Sea cual sea su don espiritual dado por Dios, el cuerpo sufre si usted no lo comparte.

El don que recibimos y no usamos equivale a un don que no tenemos