Será que en este momento, en medio de una batalla, el enemigo te haya herido gravemente y piensas que la mejor solución es dejarse morir y creer que el esfuerzo no ha valido la pena. Pero es en ese preciso instante donde Dios actúa y comienza a encargarse de tus heridas y te recuerda que solo es una batalla más, porque la victoria final la tenemos asegurada. Mi padre nunca dejará a sus hijos heridos, a Dios no le interesa el resultado, lo que más importa, es el esfuerzo que haces en cada situación, ¡NO TE RINDAS!
Corre a los brazos de Dios y él sanará tus heridas.
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