sábado, 1 de marzo de 2014


A medida que somos edificados por la palabra profética, nuestra fragancia perfumará como la rosa de Sarón y las palabras que salgan de nuestra boca hablarán de esperanza, enraizadas en las promesas que son “Sí” y son “Amen” para la humanidad, despertando a la abundante gracia de Dios.

Señor, yo me aferro a las palabras que has hablado y a los sueños que hay en mi corazón. Mientras llegan te adoraré con manos alzadas. Aunque mis ojos no vean, me sacudiré la desesperanza, el temor y la duda; porque Tu palabra me asegura que Tu siempre cumples tus promesas. Correré hacia tu perfecta voluntad sin importar como parezcan mis circunstancias.

2 Corintios 1:20 No importa cuántas promesas haya hecho Dios, Cristo siempre ha sido el «sí» de todas ellas. Por eso, por medio de Jesucristo, cuando alabamos a Dios decimos: «Así sea»

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