Para cada dificultad del hombre hay una gracia especial de Dios; en otras palabras, podríamos decir que para cada necesidad hay un recurso sobrenatural; para cada problema, una respuesta; para cada herida, una medicina; para cada debilidad, un aliento; y para cada confusión, una guía verdadera.
Si entendemos esta verdad, nuestras vidas serán diferentes. Jeremías dice: “¡Oh Señor Jehová! He aquí que tú hiciste el cielo y la tierra con tu gran poder, y con tu brazo extendido, ni hay nada que sea difícil para ti” (Jeremías 32:17)
Para muchos no es fácil confiar de esta manera, pero cuando vemos siervos de Dios que alcanzaron victorias imposibles, sabemos que también nosotros lo lograremos: «Al que cree, todo le es posible» (Marcos 9:23).
Confiemos en Dios y cuando nos asalten dudas acerca de lo que Él puede hacer por nosotros, podemos ir a su presencia, buscar la revelación de su Santo Espíritu a través de la oración y su Palabra y entonces, se acallarán nuestras dudas y se disiparán nuestros temores.
«En Dios solamente está acallada mi alma; de Él viene mi salvación. Él solamente es mi roca y mi salvación» (Salmo 62:1-2b).
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